Un blog con contenido bíblico para cubrir las necesidades espirituales de la mujer de todos los tiempos.
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viernes, 22 de julio de 2011







“El Cuarto Prohibido”

Por Yoli de Mallén

Cuando era niña, disfrutaba con los cuentos de princesas y príncipes.
¿Qué niña no lo hace?

Había uno en particular que contaba con un hermoso príncipe que se había deformado por un hechizo y se había convertido en una horrible Bestia; y cuando llegó la bella princesa al palacio por primera vez, se le prohibió entrar en una sola habitación de todo el enorme Castillo; porque era ahí dónde se revelaba la verdad de lo  que el príncipe era y el por qué de lo que le había sucedido. En todo el Castillo había “Un cuarto Prohibido”, donde nadie podía entrar, solo la bestia, allí se encontraba su  SECRETO.

Casi todos tenemos en nuestra vida un “Cuarto Prohibido”, aquella experiencia vivida que nadie conoce, que no nos atrevemos a contar ni a revelarla.
Para algunos forma parte de su pasado, para otros es todavía parte de su presente.
Para este último grupo, es a quién quisiera poder ayudar; normalmente ocurre en niñas en pleno desarrollo o adolescentes.

Son las mejores víctimas, por su inocencia y desconocimiento e ingenuidad.
Son las mejores víctimas, pues son fáciles de dominar por otro más adulto o con mayores experiencias.
Son las mejores víctimas, pues  aunque sienten remordimiento; el miedo es el mayor controlador de sus vidas, y es el que les obliga a estar calladas y sufrir todo por dentro.

El “Cuarto Prohibido” puede estar conformado por cualquiera de estos caso y muchos otros más:
1.    Exponer a una joven a ver pornografía desde muy temprana edad, pervirtiéndola.
2.    Llevarla a despertar sexualmente introduciéndola en la masturbación como algo “Bueno o natural”.
3.    Hacerla participar en contra de su voluntad,  de juegos sexuales escondidos con algún familiar cercano o amigo de la casa  (entiéndase un padre, un padrastro, un tío, un primo, un vecino, un hermano, un servicio,  o hasta alguien de su mismo sexo).
4.    Obligarle a participar  y hacer cosas incorrectas de índole sexual y presionarle con hablar y  denunciarla.
5.    Inducirla en el consumo y uso de vicios tales como el cigarrillo, el alcohol,  la mariguana, las drogas.
6.    Obligarla a posar desnuda  sola o con otros, para fines de hacer películas o fílmicas pornográficas caseras, o para pasarlas por internet o facebook.
7.    Vender por precio su cuerpo y su virginidad a hombres o mujeres depravadas para lucrarse de ello.
8.    Introducirla en la Prostitución de su cuerpo.

¡Parecerían casos alarmantes! NO lo son.
Sabemos de casos de hombres homosexuales que han sido víctimas de padres y familiares cercanos que han abusado de ellos desde muy temprana edad, desviando su inclinación varonil por otra desviada de su naturaleza original.

Padres y Hermanos que han violado y embarazado a sus propias hijas y hermanas.

Padres y padrastros que han cometido incesto con sus niñitas desde muy pequeñitas y éstas hasta que no  han crecido y entendido la verdadera situación; han malinterpretado esas “Caricias depravadas”, con demostraciones de amor de un padre hacia una hija, ¡Qué clase de amor!

Padrastros o hasta abuelos que han dañado para siempre a sus hijastras y nietas; y lo peor es que ha habido madres que lo saben y lo callan, permitiéndolo.

Familiares y supuestos amigos han introducido en drogas a sus seres queridos, atándolos para siempre a la destrucción por el vicio,  controlándolos y  haciéndolos esclavos a sus servicios fatales.

Si actualmente te encuentras atormentada por una preocupación, por algo que  estás pasando, que sabes muy en tu interior que no está correcto, que como dice el Salmo 51:1-4
 Es un pecado que está siempre delante de ti, por tanto es un buen momento para hacer un alto frente a Dios, pedirle perdón por tu pecado y que te ayude a abandonar y liberarte de las ataduras que te amarran y te tienen esclavizada.

“Ten piedad de mi, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforma a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra Ti, contra Ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justos en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio”.

Busca una persona mayor de confianza y atrévete a contarle lo que te sucede. No pienses que estás sola. Son muchas las niñas y jovencitas  que pasan por cosas similares todos los días de su vida.
Por miedo a confesar lo que les sucede y porque las hace sentir sucias y avergonzadas; tienden a esconderlo y callarlo, al punto que lo tratan de sacar y olvidarlo de su vida como algo que nunca sucedió. Crecen con la  presencia  de este “Cuarto prohibido” que a nadie se atreven abrir.

Esto les afecta su personalidad, se vuelven tímidas, miedosas, calladas, tristes, deprimidas, avergonzadas, introvertidas, se consideran sucias, pecadoras, que Dios no las puede perdonar, que no se pueden sanar ni limpiar,  que nunca podrán dejar de hacer lo que hacen, que las culparán, que son mujeres depravadas, prostitutas, que nadie las amará realmente si saben lo que han hecho, que las rechazarán, que no quieren que nadie se junte con ellas, que son mala influencia para las demás, que no sirven…
Mientras más tiempo te callas, más te va destruyendo  por dentro.
Salmo 51: 6-8 dice:

“He aquí, tu amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame y seré más blanco que la nieve.
Hazme oir gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido”.

Necesitas valor para salir de ése encerramiento en que te encuentras. Confiesa tu pecado primero ante Dios, pídele perdón por ti y por todos los que de alguna u otra forma se han visto involucrados  contigo a hacer lo incorrecto.
Salmo 51:9 dice:
“Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis maldades”.

¡Detente!  Y con valor,  suspende el seguir participando de lo que has hecho hasta ahora, haciendo el propósito de no caer más.
Si t e ves en la obligación de enfrentarte a personas adultas, familiares y autoridades o hasta tus padres, aún así NO te detengas, el Señor estará contigo dándote fuerzas y peleando la batalla por ti. Será un momento difícil, pero saldrás adelante y ya pasará. Solo así  te podrás sentir LIBRE.
 Así como continua diciendo el Salmo en sus versos 10-11:

“Crea en mi, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu”.

Dios te perdona y olvida cualquier pecado, no importa lo feo y sucio que haya sido a tus ojos. Dios se place en perdonarnos y limpiarnos,  gracias al la sangre preciosa vertida por SU Hijo Jesucristo en la cruz del Calvario.  También nos da una nueva capacidad para no volver a caer, nos cicatriza y cura todas nuestras viejas heridas.
Nos da un Espíritu que puede perdonar a nuestros agresores o culpables, así como El nos perdonó,  y nos permite iniciar una nueva vida, devolviéndonos la alegría y la razón de vivir.
¿No es eso lo que deseas?
Salmo 51:12 dice:
Vuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente”.

¡Solo en Cristo obtendremos una vida nueva que vale la pena vivir!
2 a los Corintios 5:17 dice:

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

¡Con Cristo, vale la pena vivir!  


viernes, 15 de julio de 2011




“Al que te pida”


Por Yoli de Mallén

Si vives junto conmigo en este Planeta llamado “La Tierra”; estoy segura que has experimentado el pasar al lado de una persona con mucha necesidad tirada en el suelo, que te extiende su mano para que le des una ayuda económica.  Ella acepta lo que quieras ofrecerle, no pone objeción en cuanto a la cantidad, sea mucha o sea poca, y solo te dirá “Gracias” y en ocasiones se puede oír a lo lejos, pues ya has avanzado bastante de su lado un “Dios le bendiga”.

Así también vemos día a día niños  que se te acercan con una  sonrisa  y pidiéndote: “deme algo”, niños  muy pobres, mal vestidos,  casi siempre sucios, descalzos, con hambre y mucha necesidad.
No sabemos si están siendo obligados por sus padres o tutores, abusadores, que hasta los maltratan, para que realicen dicho trabajar y ellos beneficiarse; o si en realidad tienen la necesidad de lanzarse a las calles para pedir dando lástima, por la precaria condición en que viven.

Son muchas las veces que hemos cerrado nuestro corazón a tantas solicitudes de ayuda en las calles, haciendo un razonamiento, que puede ser cierto; de que el dinero que le demos lo mal utilizarán ya sea para alcohol o hasta drogas.
Pero ¿Qué podemos hacer cuando nos enfrentamos a este verso en Lucas 6:30 que dice?:
“A cualquiera que te pida, dale; y al que  tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva”.

Si leemos con cuidado no nos dice a quién debemos darle, y en qué ocasión; ni cuánto, solo nos manda a darle, a todo el que nos pida. Ya quedará en manos de Nuestro Dios, el Juez Justo, en lo que se gastará o usará ese dinero que le dimos.

Es importante saber también que no necesariamente tiene que ser algo económico, nuestro aporte. Pues normalmente esas personas tienen necesidad de todo; y lo que le podamos ofrecer siempre caerá bien; comida, ropa, zapatos, abrigos, toallas, sábanas hasta un simple vaso de agua.
Dice Mateo 10:42,
Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”.

El Señor a través de sus enseñanzas nos muestra claramente la actitud que debemos tener para con nuestro prójimo, y más cuando está necesitado.
Dice Mateo 25:42-46,
“Porque tuve hambre, y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me recogisteis; estuve desnudo y no me cubristeis; enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.
Entonces  también ellos les responderán diciendo: Señor ¿Cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
Entonces le responderán diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí me lo hicisteis.
E irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

¿Hemos evadido, mirando hacia otro lado, cambiando de lugar, caminando más rápido, el enfrentar la mano extendida del que nos pide?
¿Hemos negado el ayudarle, a veces hasta mintiendo, diciendo un “NO tengo” por no pasar el trabajo de buscar en la cartera?
¿Hemos ignorado su solicitud para que no lo malgasten en lo que no se debe, pues su apariencia es de un alcohólico o drogadicto?

Pero… y ¿Qué haremos con nuestra actitud frente a Nuestro Dios, que nos está mirando?
¿Cómo le responderemos a El?
Dice la Palabra de Dios que en los tiempos del Fin el amor de muchos se enfriará, lo podemos leer en mateo 24:12,
Y por haberse multiplicado la maldad, al amor de muchos se enfriará”.

¿Se ha enfriado mi amor al Prójimo?