La Nuera
Una vez oí un chiste que jamás olvidaré, cada vez que oigo el título de NUERA.
Y dice así,
Le pregunta una señora a otra:
- ¿Sabes por qué se le llama NUERA?
- no, no sé porque se le llama así.
- porque NOERA la que o quería para mi hijo.
La verdad me parece más que gracioso, un poco
cruel.
Es un chiste, pero lo cierto es que sería penoso
que no haya una buena elección.
Esto ya ha pasado y seguirá pasando una y mil
veces más, hay buenas y no tan buenas elecciones.
La nuera es la esposa de mi hijo.
Es mi nueva hija.
No la tuve los 9 meses en mi vientre, pero en este
momento especial, llegó a nuestra
familia para quedarse.
Cuando tu hijo se enamora y te presenta esa chica
de sus sueños, es el momento de conversar y hablar con tu hijo todo lo
relacionado a ella.
Aquellas cosas que ves que te agradan o las que te
desagraden, antes que su relación se formalice y todo se complique.
Así como le dirás lo bueno que ves en ella,
también le dirás lo que no te gusta y has observado.
Es el momento.
Todos somos pecadores.
El ser perfecto, no existe, solo Jesucristo.
Ella no es perfecta, tu hijo tampoco.
Pero hay cosas importantes que debemos observar:
· Que
ambos tengan iguales principios, sobre todo creyentes genuinos de Cristo, pues
no deben unirse en yugo desigual.
· Que
se lleven bien juntos, con cosas afines para que ella pueda ser su ayuda
idónea.
· Que
sepa sujetarse a él como su autoridad, su cabeza.
· Que
haya amor real entre ellos.
Ya al momento que se declara Nuera, es porque se
han casado y han formado su propio hogar, en el sagrado vínculo del matrimonio.
Ya no se habla más nada al respecto.
Pasó el tiempo.
Ahora se recibe a una Hija.
Será la madre de tus futuros nietos.
La compañera de tu hijo.
La madre no se sustituye, siempre seremos su mamá,
pero ya no es igual, pues nuestra posición en cuanto a atención y cuidado de
nuestro hijo pasó a otra persona.
Nuestra nueva hija es parte de mi familia, lleva
mi apellido.
Es bienvenida cada vez que quiera a mi hogar.
La escucharé y ayudaré mientras pueda.
No me presentaré a su casa sin ser llamada.
Mucho menos cambiaré arreglos y decoraciones de su
casa.
No opinaré si no me lo requieren.
No cambiaré los planes de mi hijo.
Mi hijo se debe a su esposa.
Ella es quien merece su atención y su cuidado.
Nuestra nueva hija merece respeto y consideración
de nuestra parte.
No es correcto hablar a sus espaldas ni criticarla
delante de otros.
Es nuestro deber permanecer orando y ayudando a
que ese matrimonio perdure para la Gloria de Dios.
Que si en algún momento pudiéramos
hacerlo…cambiemos el nombre de NOERA por SIERA.
Que podamos decir:
-Esta SIERA la que Dios tenía para mi hijo.
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