Un blog con contenido bíblico para cubrir las necesidades espirituales de la mujer de todos los tiempos.
Escríbeme a yolimallen@convertidosacristo.org o a yolimallen@gmail.com

jueves, 29 de septiembre de 2022

 

Los Sentidos y la fe








 

 


Cuando ejercí como profesora de kínder y de primer curso, una de las clases favoritas era “La de los Sentidos”.

Era una clase sumamente práctica donde se podía involucrar todo el cuerpo en cada una de las experiencias.

El ojo para mirar

El oído para oír

Las manos para tocar

La boca para probar

La nariz para oler

 

Todos los niños y yo disfrutábamos esas experiencias una y otra vez, descubriendo sus capacidades.

¡Dios ha hecho una obra maravillosa con la creación del Hombre!

 

Pero en estos días leyendo en mi devocional;

Lecturas Matutinas,  por CH Spurgeon

Encontré algo que no puedo dejar de mencionar.

En la Palabra de Dios se nos habla de la fe bajo el símbolo de los 5 sentidos.

 

Con la vista,  Isaías 45:22

 Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.

 

Con el oído, Isaías 55:3

 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. 

 

Con el olfato, Salmo 45:8

Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos;

Desde palacios de marfil te recrean.

 

Con el tacto, Lucas 8:43-44

Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, 

 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.

 

Con el paladar, Juan 6:53

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

 

La fe viene a nosotros cuando oímos la palabra de Dios, nuestra mente mira la fe, mira la verdad tal como se nos presenta.

Así la entendemos.

Descubrimos su belleza, y hallamos cuan fragante es su aroma.

Llega a nosotros y podemos palpar el gozo, la paz y la comunión con nuestro amado Cristo.

Por último, llega la fe que penetra al alma, por medio de una íntima y espiritual comprensión de su dulzura y preciosidad, es cuando la consideramos como el alimento de nuestra alma.

Cuantos detalles tiene nuestro Dios que nos permite usar todos nuestros sentidos para nuestra íntima comunión con Él.

¿Te has detenido a pensar en cada uno de tus sentidos con relación a nuestra comunión con Dios?

¡NO te pierdas esa experiencia!

miércoles, 21 de septiembre de 2022

 

La joven y la moda







 





No hay una mejor edad para lucir lo que está de moda, que la juventud.

Lo diseñadores del mundo lo saben muy bien y lo aprovechan.

Las jóvenes están atentas a todo lo que se está usando y a lo que ya pasó de moda.

Saben sobre telas, colores, zapatos, tennis, maquillaje, vestidos, pantalones, blusas, recortes de pelo, peinados, tintes de pelo, uñas, pestañas, colores labiales, postizos, extensiones y demás.

En fin ¿Quieres saber algo?

Algo de actualidad, pregúntale a una joven.

Es la edad donde todo te luce, todo se te ve bien.

Es la edad donde quieres lucir y ser admirada y vista.

Sobre todo, por el sexo opuesto.

Y más si es joven y apuesto.


Por esto los expertos en la moda y diseñadores buscan modelos muy jóvenes, su cuerpo y su piel tersa sin arrugas ni manchas…resplandeciente.

No hay nada más hermoso.

La joven sin darse cuenta cae en el torbellino de la moda y se deja llevar y arrastrar muchas veces sin percibir su peligro.

Dice un refrán popular: “lo que está de moda, no incomoda”.

Pero no podemos dejarnos llevar por todo lo que está de moda, ni someternos a usarlo solo poque sí, sin antes evaluar lo que estoy reflejando ante mí misma y ante otros.


Hay cosas que debo tomar en cuenta:

·      No todo lo que está de moda me queda bien.

·      No todo lo que está de moda me gusta.

·      No todo lo que está de moda, me conviene usarlo.

Si soy una creyente y represento a Cristo en mi vida, lo debo ser en mi apariencia y vestimenta.

Debo saber elegir dentro de la moda aquello que me ayuda a ser una digna representante de mi Señor.

Que no haya ninguna duda ni inseguridad.


Quiero que entiendas claro que no estoy en contra de la moda, creo está para darnos ideas nuevas y opciones.

Pero no para imponerse y dominar de manera casi obligatoria.

Yo soy dueña de lo que me pongo, soy libre en escoger y decidir, no soy esclava de la moda.

La moda no me dice lo que debo usar, yo digo lo que uso y lo que no uso.

Me pongo lo que me queda bien, no necesariamente porque está de moda.

La mujer de Proverbios 31 se hacia su ropa lo dice en el versículo 22,

Ella se hace tapices;

De lino fino y púrpura es su vestido.

 

Ya esto no se encuentra con facilidad, buenas modistas que cosan a la medida, están desapareciendo, ya no hay quienes arreglen ropa o zurzan, cada vez hay menos.

Las máquinas de coser ya no aparecen en las tiendas.

Todo se compra o se pide por internet o Amazon.

Ya no aparece ropa ni a tu gusto, ni tu estilo.

Otros piensan por ti y te dicen lo que debes usar, cómo y cuándo usarlo.

Me pregunto…

¿Por qué es tan difícil ir contra la moda?

¿Por qué seguir al mundo y su moda?

Yo no soy del mundo, yo sigo a Cristo.

1 de Juan 2:15 dice sobre el mundo,

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

 

He resuelto que:

Me pondré lo que yo elija.

Lo que represente quien que soy, una hija de Dios.

Lo que represente mi sexo, que soy mujer.

Que me adornen el pudor y la modestia.

Que refleje el respeto con que quiero me traten.

Que refleje la Luz y la imagen de Cristo.

¡Esa es la moda que usaré!

 

lunes, 12 de septiembre de 2022

 

¿Qué haces tu aquí?








Uno de mis versículos favoritos desde que me convertí a Cristo fue 2 a los Corintios 5:17

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

 

Saber que ahora soy una criatura nueva, que ahora soy una hija de Dios, coheredera con Cristo, que todo lo viejo pasó, que ya no soy ni vuelvo a ser como antes.

Saber eso es algo maravilloso.

Pero aún entiendo y sé todo esto, hay momentos que me siento muy mal delante de mi Dios.

Creo es algo que todo cristiano en algún momento experimenta.

Algunos ejemplos que pueden ayudarte a entenderme son:

1.    Estás en un grupo de amigos no cristianos y y están haciendo chistes y tu riendo con ellos…y de momento oyes,

          ¿y qué haces tú aquí?

 

2.    En el trabajo están hablando de cosas donde no todo es conforme a la ley…y escuchas,

         ¿y qué haces tú aquí?

 

3.    Reunión de mujeres hablando mal de sus maridos y estás ahí con ellas…y de momento,

        ¿y qué haces tú aquí?

 

4.    Discutes sobre religión y aparentes contradicciones de la biblia y estás en medio de esto…y oyes,

        ¿y qué haces tú aquí?

 

5.    En el cine viendo una película no muy adecuada y te encuentras a alguien conocido…y te dice,

         ¿y qué haces tú aquí?

 

6.    En un ambiente de bebida y música estás tranquilamente tomándote una limonada…pero escuchas al oído,

         ¿y qué haces tú aquí?

 

7.    Tu mejor amiga te invita a su boda, pero es en la iglesia donde un día saliste y entendiste no debías seguir, y uno de tus conocidos te dice,

         ¿y qué haces tú aquí?

 

Creo y aseguro que todo cristiano en algún momento hemos tenido retumbando en nuestro interior esta pregunta,

¿y qué haces tú aquí?

 

Hermanos queridos es tiempo de salir y alejarnos de los lugares y las conversaciones que no debemos participar.

Recordemos lo que nos dice 2 a los Corintios 6:17,

Por lo cual,

Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,

Y no toquéis lo inmundo;

Y yo os recibiré,

 

Lucas 17:2 también nos recuerda a los que podemos ser de mal testimonio o tropiezo,

Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.

 

Nada como recordar el mejor consejo que nos da 1 de Tesalonicenses 4:3a,

pues la voluntad de Dios es vuestra santificación;


Y la santificación es el apartarnos del pecado.

Es mi deseo no volver a escuchar,

¿y qué haces tú aquí?