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lunes, 24 de agosto de 2020

                  El Nido














¡Todo comenzó con un pequeño regalo!

Nos regalaron una canasta de orquídeas silvestres.

La canasta estaba hermosa; por lo que inmediatamente la colgamos en nuestra terraza.

En su nuevo lugar, la canasta no solo embelleció y adornó, sino que rápidamente se adaptó y no manifestó rechazo a su nueva ubicación.

Todos la veíamos y la admirábamos, y dentro de “todos” hago especial énfasis en una futura madre pajarito que merodeaba el patio buscando donde hacer su nido.















La cigüita palmera hizo un estudio rápido y preciso y un día echándole agua a la canasta, la vimos volar…estaba adentro muy reposada trabajando en su futuro proyecto de ser madre.

Al confirmar su presencia le dimos continuidad y revisábamos muy cuidadosamente de lejitos el nido cuando la madre salía.


                  




 



¡Qué maravillosa sorpresa, un día encontrar en el suelo unos cascaroncitos de huevo muy pequeñitos!

Pudimos ser testigos de dos hermosos pichoncitos diminutos que muy juntos y acurrucaditos estaban en el centro de la canasta.

Ya conscientes de tan maravillosos huéspedes, les ofrecíamos alimentos y agua indirectamente a la madre para que terminara felizmente su trabajo de alimentar y calentar a los pequeñitos.

¡Nos hemos sentido abuelos de mellizos!

Ver la mano de Dios sobre Su creación, nos deja perplejos y asombrados una vez más.

Mateo 6:26 nos dice,

“Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿no valéis vosotros mucho más que ellas?

Y si el Señor es así con las aves…

¿Cómo se imaginan será con nosotros, que somos su mejor creación?

Y sí… un día el nido estaba vacío, habían volado y partido nuestros pequeñitos huéspedes.

 

         La Lluvia


 










Las nubes chocan y las gotas caen.

Están lavando el cielo y rodando los muebles pesados, al sonido de los truenos.

Las plantas gozan y se divierten.

Algunos la reciben con alegría, otros no tanto.

El cielo se derrama y las plantas se alimentan y florecen.

Se oye un ruido placentero cuando cae al suelo y moja todo  a su paso.

Se huele a tierra mojada, olor peculiar solo de la lluvia.

El ambiente se embellece, toma un verde más hermoso.

Se limpia la superficie de la tierra.

Se recoge el polvo.

Se purifica el ambiente.

A algunos le provoca sueño y quietud.

Algunos niños salen a bañarse y a poner barquitos de papel en las cunetas, llenas de agua como ríos caudalosos.

El sol se oculta y se cubre ante tanta belleza.

Los pajaritos abren sus las y se bañan.

Se ilumina… y esperamos el sonido del trueno.

En el momento perfecto y en las condiciones adecuadas, las nubes cumplen y obedecen el mandato que recibieron de Su Creador.

"Él trae las gotas de las aguas. Al transformarse el vapor en lluvia."

Job 36:27

"... a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y le hace subir las nubes de lo postrero de la tierra: hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos".

Jeremías 10:13

¿Por qué no somos como las nubes, obedientes y sumisas a la voz de Dios y a lo establecido por Su Palabra? Si así fuésemos traeríamos a nuestra vida felicidad y alegría como lo hace... UN BUEN AGUACERO.