Mis Orquídeas y yo
Con este título pensarán que soy muy diestra y
experta con el tema de orquídeas…pues NO.
No soy nada diestra con ninguna planta, mi esposo
siempre fue el encargado de ese departamento. Yo solo le echaba agua y a veces.
No obstante, cuando me mudé quise traerme unas
cuantas de mis hermosas orquídeas para seguir embelleciendo mi apartamento.
Pues tengo para decirles que mis orquídeas y yo
hemos sufrido ese cambio, un cambio drástico.
El arrancarlas de su lugar donde ya habían echado
raíces y donde ya se habían adaptado a su ambiente, aferradas de un gran árbol,
no ha sido fácil para ellas.
Me he podido identificar bien con ellas, pues he
pasado algo parecido yo también.
Viví muchos años en mi hogar y ya había echado
muchas, fuertes y profundas raíces allí.
Mis orquídeas y yo hemos salido brúscamente hacia
otro lugar, nuestras raíces se desprendieron de golpe para que ahora traten de
adaptarse a un nuevo y diferente ambiente.
Su nuevo espacio es totalmente diferente por lo
tanto requiere de tiempo y cuidado.
Las he visto debilitarse, botar y secar hojas, a
veces pienso no lo lograrán; pero mientras veo raíces nuevas y asomo de hojas
nuevas naciendo…veo al final del túnel la lucesita que todos queremos ver, veo
una nueva posibilidad de seguir. Y de volver a ser lo que era, una hermosa mata
de Orquídeas.
Nuestra vida puede tener muchos cambios bruscos:
-
Una mudanza a otra casa
-
Una mudanza a otro país
-
Perdida de un marido
-
Perdida de un hijo
-
Cambio de trabajo
-
Empezar estudios universitarios
-
Cambio de Colegio
-
Sufrir un accidente
-
Sufrir una enfermedad grave
-
Cambio de status, a casada o a viuda
-
Otros más
Habíamos echado raíces, estábamos cómodas y bien
adaptadas…
¡Pero de momento somos arrancadas!
Tenemos que empezar de nuevo, otra vez, con todo
diferente.
¿Difícil? Si
¿Imposible? No
Para el cristiano estos cambios son vistos de
manera muy especial; pues si confiamos plenamente en un Salvador que me cuida y
tiene completo control de mi vida, entendemos que esto no ha ocurrido sin Su
consentimiento.
Y si nuestro Dios lo ha permitido y programado
así.
¡Gloria a Dios, será para mi bien!
Recordemos lo que nos promete la Palabra de Dios
en Deuteronomio 31:8
8 Y Jehová va
delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no
temas ni te intimides.
Caminar con Dios…parece imposible de creer.
Pero si eres Su hijo, nuestro Padre nos da Su mano, nos
sostiene, nos afirma a Su lado y caminamos…caminamos…
Caminamos con Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario