Antes y Después
A medida que el tiempo va pasando podemos observar en muchos casos: un antes y un después.
Si guardamos fotos, que es lo más probable que
hagas, se puede ver con facilidad de lo que hablo.
Por ejemplo, el pequeño hijo va creciendo y se
vuelve un hombre.
Tú, antes eras joven, y ahora no quieres ni que te
tiren fotos, pues has envejecido y se nota.
Si has tenido plantas que puedes llevar un
registro de cómo llegaron a tus manos, puedes ver con facilidad cómo se han
desarrollado y crecido, algunas han llegado a dar frutos.
¡Es maravilloso verlo!
El tiempo pasa y vamos cambiando, creciendo,
madurando, desarrollándonos y hasta dando frutos.
Eso mismo y con la misma intensidad debe suceder
en el cristiano desde que se convierte.
Dice la Biblia que nacemos de nuevo, o sea que
comenzamos de cero.
Juan 3:3
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto
te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Dice que empezamos con leche espiritual y luego
comemos viandas o carne, igual que un bebé.
1 Pedro 2:2-3
desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no
adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, 3 si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
Dice que llegaremos a la estatura de Cristo,
queriendo dejarnos saber que no la tenemos todavía.
Efesios 4:13
hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la
plenitud de Cristo;
Estamos aun creciendo en el conocimiento de
nuestro Señor.
2 Pedro 3:18
Antes bien,
creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A
él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
Como Cristianos debemos dar fruto visible.
Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón,
para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus
obras.
La idea es que no podemos quedarnos tal cual
estábamos cuando nos convertimos.
O vamos hacia adelante creciendo, o vamos hacia
atrás decreciendo, no nos quedaremos estancados. Un continuo movimiento;
crecemos o no crecemos.
Un cambio constante, un crecimiento hasta alcanzar
la estatura de Cristo, nuestro modelo y maestro.
Pero esto igual que lo antes mencionado debe
verse, deben verlo los de afuera que nos observan, deben ver nuestro
crecimiento y nuestro cambio.
Debe definitivamente ocurrir un antes y un
después.
No hemos llegado, no hemos terminado, no lo hemos
alcanzado, mientras vida tengamos.
Estamos en proceso de cambio.
Todo termina cuando muere.
Igual pasa con nosotros.
Terminaremos aquí, cuando nos alcance la muerte.
¡Pero, que gloriosa esperanza!
¡Comienza nuestra vida eterna, cuando terminemos
esta vida temporal!
Será cuando comencemos la verdadera vida.
Llegaremos a la perfección.
Mientras, seguimos cambiando y avanzando.
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