Luminares en el mundo
Llegó el momento de quitar los bombillitos y las lucecitas
con motivo de la Navidad.
A veces me gustaría las dejaran todo el año, pues
se ven muy bonitas y alegran, iluminan y embellecen a su alrededor.
Pero, solo las disfrutamos en la época Navideña.
Ver las lucecitas me trae a la mente un versículo
hermoso que contiene las Sagradas Escrituras en Filipenses 2:12-16,
12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido,
no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos
en vuestra salvación con temor y temblor, 13 porque Dios es el que en vosotros produce así
el querer como el hacer, por su buena voluntad.
14 Haced todo sin murmuraciones y
contiendas, 15 para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en
medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; 16 asidos
de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que
no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.
Somos llamados a ser luminares en el mundo, lucecitas
que iluminen a otros.
No solo por un tiempo del año, sino desde que
conocimos a Cristo como nuestro Salvador.
¡Qué privilegio!
Pero eso requiere diligencia, como nos dice este
pasaje:
1.
Debemos ser obedientes a la Palabra de
Dios y a todo lo que se nos pide.
2.
Ocuparnos de nuestra Salvación con
temor y temblor, como algo apreciado y de gran valor.
3.
Entender que Dios producirá en nosotros el ánimo y el poder para hacer todo lo
que nos venga por delante.
Conforme a Su Voluntad.
4.
Evitemos los chismes, murmuraciones y
pleitos. Estemos atentos a lo que hablamos y decimos.
5.
Seamos irreprensibles, hasta donde
dependa de nosotros, que no tengan por qué señalarnos.
6.
Que no perdamos la sencillez y la
humildad que Cristo nos enseñó.
7.
Que seamos unos dignos hijos de Dios,
con un bueno y fiel testimonio que nos
acompañe.
8.
Que brillemos y reflejemos la imagen
de Cristo vivo y no del hombre muerto en pecado que somos.
9.
Que permanezcamos aferrados a la
Palabra de Dios como nuestra ancla y fundamento.
10.
Que podamos llegar al final sin
ninguna desviación ni equivocación. Que podamos gloriarme de no haber corrido y
trabajado en vano.
Así seremos hermosas Lucecitas que brillarán todo
el año, que iluminarán el camino a otros que estén en oscuridad.
Así como una vez lo hicieron con nosotros.
Llevemos con dignidad la Imagen del Cristo vivo,
siendo Luz como Él es Luz del mundo.
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