Con Dolor…Pero Sin Quejas
Por Yoli de
Mallén
Cuando uno puede
ver “La Poderosa Mano de Dios” trabajando a tu favor; no creo pueda venir a tu
corazón otra cosa que un deseo ferviente de hacer todo, como Jesús mismo lo
hubiera hecho.
Isaías 53:7 nos
dice, hablando de SU Sufrimiento:
“Angustiado El y afligido, no
abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de
sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”
En un momento de mi
vida, sin saberlo, sin programarlo, sin esperarlo; en un instante por causa de
un accidente automovilístico, pasé de ser una persona en condiciones normales,
a una persona que empezaba todo de
nuevo, otra vez; podría decir que estaba en “menos cero”.
Comencé en una cama
de posición donde me tenían que ayudar a moverme las manos, los pies, el
cuerpo; me daban la comida, me bañaban, me ayudaban a peinarme, me pusieron
“pampers” ( bastante difícil esta parte, por cierto). Necesitaba ayuda de otros
para TODO…definitivamente para TODO.
Meditaba sobre lo
que Dios había hecho conmigo, al permitirme quedar con vida de esa aparente
tragedia.
En mi corazón estaba realmente gozosa con la
decisión de mi Señor al haberme permitido entrar en SUS Planes y Propósitos;
llegué a la decisión de que ya que estaba
viviendo “días extras” trataría por todos los medios posibles de darle
toda la Gloria a mi Gran Dios, al único que lo merece, mostrando una actitud y
conducta ejemplar (como Jesús hubiera hecho),
ante la situación que se me presentaría de aquí en adelante experimentar.
Ya no podría contar
con mi autosuficiencia; sabia que nunca me harían las cosas como yo las hubiera
hecho ; es más posiblemente ni siquiera como me agradaban pero era evidente que
necesitaba a los demás, inevitablemente;
por tanto NO daría lugar a las QUEJAS,
sino a un corazón totalmente AGRADECIDO y CONFORME, Paciente, mostrando el Gozo
de mi Señor.
La epístola a
Santiago 5:4 nos dice:
“Hermanos no os quejéis unos
con otros, para que no seáis condenados; he aquí el juez está delante de la
puerta”.
Mi corazón solo
anhelaba ver las cosas positivas y buenas que el Señor me estaba otorgando, ser como el único leproso de los 10 que fueron
sanados que volvió a los pies del Señor a darle las gracias, como nos dice en
Lucas 17:16:
“Y se postró rostro en tierra a
sus pies, dándole las gracias”.
De cero movimiento,
he ido pasando poco a poco y con la ayuda de tantas almas misericordiosas que
Dios ha puesto en mi camino diario; he ido
logrando muchas cosas. Aún aquellas cositas que damos por sentadas para
mí han sido tremendos adelantos día tras
día, paso a paso, literal:
Puedo mover mis
manos y piernas.
Puedo caminar.
Puedo ir al baño.
Me puedo bañar.
Puedo comer sola.
Me puedo acostar y
hasta levantarme o incorporarme de mi cama sola; una de
las cosas que me resultaron más difíciles lograr.
Por tanto:
Doy gracias a mi
Dios cada día, por el esposo que ha
puesto a mi lado, que ha hecho mucho más que todo lo que ha enseñado por tantos
años a los maridos, de Cómo deben tratar a sus esposas. Mis hijos ya lo habían
visto; pero con esto… ahora el mundo lo ha visto actuar.
Sus hechos han
hablado mucho más alto que sus palabras.
Doy gracias a Dios
por el amor de mis hijos e hijas que
sin palabras, han estado pendientes y dándome el apoyo, compañía, resolviendo
cada necesidad, dándonos ánimo para seguir adelante.
Han sabido ser ese
brazo fuerte de apoyo físico y emocional.
¡Gracias por cada uno de ellos!
Doy gracias a mi
Dios por el cuidado y atención de cada persona en la Clínica y cómo nos
asistieron a nuestras diferentes necesidades.
A las enfermeras,
los camilleros, a los que limpian, a los
médicos, a los que se encargaban de la comida, a los que nos hicieron
radiografías o placas, sonografías, tomografías, el personal de la
administración… en fin todo el hermoso personal que fue parte de nuestras vidas
en esos 9 días internos, donde nos mostraron su interés, amor y cuidado por
nuestra mejoría.
Doy también
inmensas gracias a mi Dios por cada
hermano y familia que con tanta gentileza nos prepararon comida y nos la
llevaron hasta nuestro hogar, para que no tuviéramos que prepararla, aliviando
nuestra carga e incapacidad. Nos suplieron de excelentes y deliciosos platos, variados
y nutritivos cada día.
También debo
agradecer a cada hermano y amigo que
nos llamó una y 2 y 3 veces para saber cómo seguíamos en nuestra mejoría, no
solo locales sino extranjeros y de países lejanos.
A cada uno que sacó
de su tiempo y nos visitó, tanto en la clínica como en nuestro hogar. ¡Gracias
por su tiempo!
Y no puedo dejar
ese grupo tan especial que oró, y
todavía oran por nosotros a tiempo y fuera de tiempo, continuamente; con los
cuales estamos seguros se ha cumplido lo que nos dice La Palabra de Dios en
Santiago 5:15 cuando nos confirma:
“y la oración de fe salvará al
enfermo, y el Señor lo levantará”.
DOLOR…. Sí todavía
siento mucho dolor en mi pecho y en toda la espalada; según el diagnóstico será
un tiempito largo y lento para la total recuperación de las costillas afectadas
por el impacto (del choque), eso aparte de un poco más de tiempo que se añade
por los 58 años que tengo que tampoco me
ayudan tanto.
Pero QUEJARME…
IMPOSIBLE.
¿Cómo podría
quejarme, con tanto por lo que debo agradecer?
¿Y tú?
¿Estás atravesando hoy,
por un tiempo también de DOLOR o tribulación?
Recuerda:
o
Dios
lo sabe. (Salmo 139:1.3)
o
Dios
está contigo. (Salmo 118:6)
o
Dios
no ha perdido el Control. ( Efesios 1:8.10)
o
Si
conoces al Dios Todopoderoso, sabrás que todo cuanto sucede en nuestras vidas
es permitido por Él y está dentro de Sus planes. (Efesios1:4 y 5)
o
Que
no nos ha dado más de lo que podemos resistir y que juntamente nos dará la salida para que podamos
sobrepasarlo. (1 Corintios 10:13, tentación
o tribulación)
o
Que
todo obrará para bien a nuestra vida, si conforme a Su propósito hemos sido
llamados y le amamos como debe ser. (Romanos 8:28)
o
Que
Él mismo Señor y Dios será nuestro
pronto auxilio en nuestras tribulaciones. ( Salmo 46:1)
o
Que
nos ha considerado capaces de
sobrellevar esta situación, y así
podremos aprovechar esto para testificar
y enseñar a otros del gran amor de nuestro
Dios y cómo Glorificarle en todo momento
manteniendo el Gozo y la Paz que sobrepasa todo entendimiento. (Filipenses 4:7)
Terminando con la
total seguridad y confianza como dice en Filipenses 1:6,
“que el que comenzó en vosotros
la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.
Conclusión,
DOLOR…, tribulación… Sí, Pero QUEJAS….
¡Imposible!
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