La cuerda floja
¡Qué alegría y que gran expectativa se espera, cuando anuncian la llegada de un circo a la ciudad!
Todos, pero más la población infantil está
esperando poder ir a presenciar el espectáculo.
En muchos de los circos que he tenido la
oportunidad de visitar, está sin faltar, el espectáculo de “la cuerda floja”.
Es una de las actuaciones que suelen dejar para el
final, por ser de mucha tensión y emoción para el público presente.
Ver ya esa cuerda sostenida en lo alto y personas
caminando, brincando, sosteniendo a otras, sobre sillas, bicicletas, en fin, es
un espectáculo digno de verse y disfrutar al máximo.
Definitivamente no a todos se nos ocurre hacer o
intentar algo parecido en nuestros hogares.
Pero qué curioso… si lo analizamos un poco,
podemos ver nuestra vida reflejada en esa imagen.
Estamos caminando en una cuerda floja:
· Nuestro
andar es incierto, no conocemos lo que nos sucederá dentro de un rato.
· Necesitamos
un perfecto equilibrio con todo, nada de excesos, ni de más ni de menos.
· Cada
pisada ayudará a la siguiente, debe ser firme y segura.
· No
debemos distraer nuestra mirada ni atención de lo que realmente es importante,
en nuestro caso Jesucristo.
· Vamos
a resbalar y a caer pero nos levantaremos y vamos a insistir.
· Tenemos
un propósito, una meta que cumplir y llevar a cabo.
· Tenemos
un público que mira con detenimiento cada paso , lo valora, lo considera y lo
critica.
· Podemos
ser buenos, muy buenos, mediocres o malos en nuestro trabajo.
· El
seguir las instrucciones correctamente nos dará mejores resultados.
· Una
buena actuación será siempre reconocida y aplaudida por todos.
Nuestra vida depende de un hilo, sin duda alguna.
Por eso nada como acudir a nuestro Ayudador por
excelencia.
Salmos 37:5 nos dice,
Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él hará.
Salmos 91:12 nos recuerda,
En las manos te llevarán,
Para que tu pie no tropiece en piedra.
¡Cuán incierta y frágil es la vida!
Podemos estar ahora en el momento y equilibrio
perfecto y… al siguiente paso caer.
La caída puede ser sencilla o complicada.
Puede dejar lesiones pasajeras, temporales o
definitivas.
Podemos volver a intentarlo rápidamente, pero
podemos necesitar reposo y hasta terapia para reanudar nuestro caminar.
Aprendamos de cada paso.
Que no nos pasen desapercibidos, todos los
movimientos que realicemos.
Nuestra vida está en manos de Dios y Él controla
todo lo que nos sucede y todo obrará para nuestro bien.
Estemos atentos.
¡Andamos en la cuerda floja!
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