El último Viaje
Por Yoli
de Mallén
No nos gusta mucho
pensar en nuestro último viaje, cuando se trata de la muerte…
No es igual que
planificar un viaje o una aventura a un lugar desconocido del que tenemos
referencia y hasta fotografías de cómo lucirá.
Pero cuando hablamos de la muerte…… ¡Hay un
gran silencio!
Pero qué realidad
tan grande el saber que nadie que ha nacido, será librado de participar de este viaje a lo
desconocido, pero tan esperado por el cristiano.
Decía el apóstol
Pablo en Filipenses 1:21,
Porque para mí el
vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Nosotros los que
hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador y hemos sido elegidos por Su gran
misericordia para participar de la vida eterna, tenemos una certeza
inquebrantable de hacia dónde nos dirigimos cuando salgamos de este cuerpo.
Romanos 6:22 nos
recuerda,
Mas ahora que habéis sido libertados del
pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y
como fin, la vida eterna.
Pero alguna vez te
has puesto a pensar, si llegarás a ese momento y todavía darás a los que estén
a tu lado la seguridad y el verdadero testimonio de a Quién le has creído y has
puesto tu confianza.
He podido estar
presente en la gravedad y muerte de hermanos en Cristo de nuestra congregación
y lamentablemente en sus días finales los he visto llegar a maldecir, mentir y
hasta negar sus creencias, habiendo sido en años anteriores cristianos
aparentemente genuinos.
Sin embargo he
podido también presenciar los últimos días de otros hermanos queridos, que todavía han sido capaces aún en su
dificultad de hablar, llegar a decir desde lo más profundo de su corazón: ESTOY
LISTO.
No puedo dejar de
pensar que mi mayor anhelo si el Señor me deja más años de vida y llego a ser
una anciana de muchos años, es que todos mis hermanos, amigos, hijos, nietos, pastores
y familiares puedan decir con certeza y claridad: “Ella es una cristiana de
verdad.”
Que pueda decir
como el apóstol Pablo a Timoteo, (2 Tim.4:7)
He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
Qué mi testimonio
sea firme hasta el final, que no flaquee, que no haya ninguna duda, que no
traiga confusión a nadie, que mi último hablar, y hasta respirar deje ver mi
convicción de hacia dónde voy.
Que pueda reflejar
el gozo genuino y sin temor del cuidado que tendré de un Padre amoroso que me
llevará por la sombra de la muerte y no me dejará sola ni un segundo del viaje.
Que todos puedan gozarse
de que al partir voy a la presencia de mi Dios y Salvador Jesús, que estaré en
sus brazos, que lo veré cara a cara y que no deseo otra cosa más que así sea.
Que pueda entonar
aún sin aliento las últimas palabras de esa canción que termina diciendo: “Ha
sido largo el viaje…. Pero al fin llegué”.
Amén y amén, que
así sea.
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