¿A Quién No le gusta Viajar?
Por Yoli de
Mallén
Creo que todos los
que hemos experimentado un viaje, entendemos que viajar resulta una experiencia
maravillosa e incomparable.
Pues aprovechando
esta vivencia de muchas tan personal y peculiar como es “Viajar”, trataré de
hacer una comparación muy pálida pero interesante con respecto a la “Salvación”
personal que algunas hemos recibido.
Planearemos un
viaje imaginario juntas, un viaje en avión y observaremos cada paso
detalladamente:
1. Lo primero es tener un Destino
al cual deseamos llegar, ya sea un país,
un lugar especial… y en nuestra comparación, tenemos el cielo o la eternidad con Dios, como
destino final.
2. Debemos adquirir nuestros
boletos personales, son indispensables para permitirnos montar en el
avión. Así también necesitamos tener nuestra
entrada al cielo, debemos haber
adquirido la Salvación Personal que es solo a través de la obra de Cristo y su
muerte en la cruz. De otra forma, ni siquiera empezaremos el viaje.
3. Solo algunos viajarán con
nosotros en el avión, el viaje no es para todos. Así también la Salvación es
para algunos… muchos son llamados y pocos los escogidos.
4. Entramos al avión y ponemos
nuestra total confianza en el piloto, que nos llevará y guiará al destino final.
Así es nuestro Guía, Amo y Señor Jesucristo, nuestro capitán y piloto a quién
le hemos confiado nuestra vida, es el único que nos puede llevar al destino
final. Jesús dijo “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al
Padre sino por mi”.
5. Nos sentamos en nuestro asiento
asignado, y el avión despega. Vemos el mundo de manera jamás vista, tenemos
otra perspectiva, lo vemos desde arriba, desde lo alto, en general, todas las
cosas que no habíamos jamás visto se pueden apreciar. Así cuando nos
convertimos vemos todo diferente, nuestros ojos ya no ven igual, podemos ver un
mundo en oscuridad que se pierde sin la Luz de Cristo para alumbrarles.
6. Experimentamos un gozo y alegría
indescriptible a medida que nos acercamos a las alturas cerca de las nubes, es
un paisaje maravillosamente hermoso,
parece que jugamos entre algodones gigantes. Así nos gozamos cuando pensamos en
la Gloria venidera y cómo será esta nueva vida junto a Cristo, en el cielo, en
la eternidad.
7. Ya en vuelo, nos vamos acomodando
y acostumbrando a este nuevo cambio, nos relajamos, reclinamos nuestro asiento,
leemos algo, comemos etc. Así nos vamos acomodando en nuestro andar con Cristo,
en nuestra nueva vida como cristianos, vamos haciendo cambios y también podemos
hasta caer en la rutina.
8. De pronto sin esperarlo, viene
la “Turbulencia”… el avión se mueve de forma irregular, es donde nos sentimos
temerosas, vemos nuestra vida tan frágil y dependemos solo del capitán o
piloto. En nuestro andar con Cristo
también tenemos Turbulencias, es donde aclamamos a las promesas de Dios, cuando
vienen esos problemas imprevistos a nuestra vida, es cuando acudimos a Jesús como nuestra Fortaleza, Nuestro Pronto Auxilio, Nuestro Defensor y Ayudador, el Consolador, es entonces que nuestra fe
aumenta y maduramos, nos hacemos más fuertes y resistimos.
9. Toda Turbulencia tarde o
temprano…pasa y volvemos a la normalidad o la tranquilidad, continuamos nuestro
viaje. También pasa con nuestro andar cristiano, las tribulaciones pasan. Pero no podemos olvidar
que pueden venir otras turbulencias o tribulaciones más… y que pueden ser más o
menos fuertes, las cuales debemos resistir
y sobrepasar, saliendo victoriosos.
10. El vuelo así como la vida
siguen su rumbo determinado… y tomando el tiempo señalado por el capitán.
11. Al final, nos avisan del pronto
aterrizaje, debemos prepararnos; abrocharnos los cinturones, recoger la bandeja,
enderezar el sillón, apagar el celular etc. Si recibimos señales claras de que
estamos cerca del final de nuestras vidas, debemos aprovechar también y prepararnos lo
mejor posible; dejemos cuentas claras, estemos en paz con todos, perdonemos, preparémonos
para nuestro encuentro con nuestro Salvador Jesús cara a cara.
12. Y así aterrizamos, qué gozo es
llegar…
Así también un día llegaremos a la
eternidad…
Un día nuestro viaje acabará.
¡Buen
Viaje!
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