Basta a Cada Día su Propio Mal
Por Yoli de Mallén
Cuando leí por
primera vez este versículo en la Biblia, en Mateo 6:34 que dice;
Así que, no os afanéis por el día
de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio
mal.
Me llamó grandemente
la atención, el que se contemplara cada día con su propio mal. ¿Por qué mal y
no bien?
A medida que avanzo
en la vida veo que para el hombre sus días en la Tierra, aparentan ser más los
malos que los buenos, por lo general.
Veamos el comienzo de
un simple día común y corriente; para un ser humano de edad mediana, dígase de
35 años en adelante.
Citamos algunos
ejemplos para que quede claro:
1. Si no estamos enfermos, solo el despertar nos trae
cualquier molestia o dolor que nunca antes habíamos experimentado en el cuerpo.
2. Al cepillarnos, observamos arrugas, resequedad,
ojeras, canas y demás detalles que han cambiado en nosotros.
3. Notamos de inmediato unas libritas mal alojadas que
nos dejan desanimados y recordando que debemos dedicarle más tiempo a los
ejercicios.
4. El trabajo nos agota y nos cansa más que antes,
deseando que lleguen pronto las vacaciones añoradas.
5. La comida ya debemos irla reduciendo en cantidad y
controlando, pues no nos asienta igual o nos engorda más que antes.
6. Postres y helados… ¡ni pensarlo! Ya no se pueden dar
todos los gustos, resultan muy caros y menos a diario.
7. Ya en la tarde estamos agotados, para seguir
inventando mucho más actividades, preferimos algo más tranquilo y relax.
8. Nos exaltamos con facilidad y perdemos la paciencia
con el tráfico, con los niños, en el trabajo y hasta con nuestro compañero o
esposo.
9. Examinamos y le damos mente a problemitas que antes no
nos molestaban, nos preocupamos a veces sin necesidad.
10. Empezamos a ver el lado negativo de las cosas y nos
volvemos pesimistas con las cosas nuevas y arriesgadas.
11. Pensamos más bien en descansar y tomar todo con más
calma, que involucrarnos en muchas actividades.
12. Visitamos los médicos con más frecuencia.
13. Añadimos vitaminas, medicamentos y cremas para mejorar
la salud a la dieta diaria.
14. No nos agrada cuando tenemos que reconocer que no
rendimos igual, ni tenemos la misma capacidad y destreza que cuando joven.
15. Empezamos a pensar en la muerte, que antes nunca lo
consideramos.
16. Podemos sentarnos a ver el mar en la playa y no
bañarnos.
17. Observamos fotos de cuando fuimos niños, con nostalgia.
18. Sentimos que el tiempo va muy aprisa.
¿Quedó claro?
Qué bueno es saber
por la Palabra de Dios; que NO podemos estar afanados, que solo nos debemos
concentrar en el día a día que vivimos.
Recordemos que
nuestra AGENDA (como dice mi esposo) debe estar en los cielos, y no en nuestras
manos.
Nosotros podemos
organizarla, pero solo Dios sabe si la llevaremos a cabo tal cual la hemos
programado.
Solo si entendemos
esto podremos vivir cada día disfrutándolo a plenitud y gozándonos
completamente sabiendo que forma totalmente parte del plan de Dios para nuestra
vida.
No nos sirve de nada
afanarnos por el mañana, si no sabemos nada con certeza de él.
Aprendamos a disfrutar todo lo que nos sucede, a ver lo
bueno aún en las cosas malas o negativas a nuestros ojos, que nos acontezcan.
Dios nos permite cada cosa para nuestro bien, si le amamos a Él, y todo tendrá
un propósito especial y necesario.
Sabemos que el tiempo
en esta vida es corto, y si no lo crees… mira hacia atrás, lo rápido que te han
pasado los años.
El pasado, pasado es,
no volverá y nada podrás cambiar.
El futuro, ni
siquiera el inmediato podemos asegurarlo… entonces,
¿Por qué no vivir a
plenitud el presente?
¿Por qué no darle tu
vida a Cristo y gozarte con cada minuto que te regala?
No sabemos cuánto nos
falta.
Ni hasta donde
llegaremos.
Ni lo que lograremos.
Démosle el sentido
correcto a la vida, el que Jesús nos enseñó. Veamos Colosenses 3:23-4 lo que nos recuerda,
Y todo lo que hagáis, hacedlo de
corazón, como para el Señor y no para los hombres;
Sabiendo que del Señor recibiréis
la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
Nuestra vida solo
sirve si servimos…
Y si servimos a
nuestro Amo, Rey y Señor; Jesucristo.
¡Sirvamos!
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