El Matrimonio No es para todos
Por Yoli de
Mallén
He escuchado muchas
frases célebres sobre el matrimonio, “tan reales como la vida misma” así dicen
algunos:
o
El
Matrimonio es como la Lotería, es cuestión de suerte.
o
El
Matrimonio no es tarea de todos.
o
El
amor es ciego, pero el Matrimonio te devuelve la vista.
o
Algunos
Matrimonios acaban bien, otros duran
toda la vida.
o
Cásate
demasiado pronto y te arrepentirás demasiado tarde.
o
Se
necesita rienda floja para mantener un Matrimonio fuertemente unido.
o
El
Matrimonio exitoso requiere enamorarse muchas veces, siempre de la misma
persona.
o
El
Matrimonio debe luchar siempre contra un monstruo que lo devora todo; la
rutina.
El Matrimonio es
una Institución Divina, creada por Dios para un hombre y una mujer. Desde la
fundación del mundo en Génesis 2:24 nos dice
2:24 Por tanto,
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una
sola carne.
Es una unión basada
en un amor genuino entre la pareja que debe durar hasta que la muerte los
separe.
Su finalidad es
formar un “hogar”, procrear hijos y guiarlos hasta que estos a su vez puedan
formar otros hogares; basados en el amor, comprensión, ejemplo, respeto,
confianza, disciplina y amonestación del Señor y Su Palabra.
¡Pero qué diferente
a lo que vemos hoy día!
El Matrimonio
moderno de este siglo ha sido totalmente destruido, mutilado, maltratado,
despedazado.
Recuerdo una simple
anécdota que experimenté cuando ejercía como profesora, en un Colegio
Cristiano.
El primer día de
clases tomaba unos minutos para investigar y conocer sobre los hogares de mis
alumnos, así sabía más de ellos y comprendía mejor sus conductas y hábitos.
En mis primeros
años de magisterio interrogaba por curso y podía contarlos con los dedos de mi
mano las pocas familias de padres divorciados, madres solteras o niños criados
por abuelos. Con esto me refiero en un total de aproximadamente 100 alumnos.
Pero con el pasar
de los años, al final de mis 23 años ejerciendo, eran entonces contados con los
dedos de mi mano, las familias que vivían con su padre y madre original, juntos,
como una familia desde el principio.
¡Qué terrible
verdad!
En toda mi vida, he
tenido la oportunidad de asistir a innumerables Bodas, cada una tiene su
especial belleza, que definitivamente se distingue por la participación de sus
novios. En cada una he oído en muchas formas diferentes la declaración de sus
votos: cantados, en forma de poesía, con ataques de risa, leídas, hasta lloradas…
Es la parte más emotiva de toda la ceremonia de Bodas; muchos de los asistentes
lloran desconsolados de la emoción.
Pero ¿Qué pasa con
esta promesa?
¿A dónde se van con
los años?
Cada vez se ven más
los casos de parejas que no pueden llevar a cabo y cumplir victoriosos con la
frase “Hasta que la muerte los separe”.
Estos interrumpen
sus uniones con divorcios, separaciones, adulterios, maltrato; lo que fue una
unión divina ante Dios y ante los hombres.
Se ven jóvenes con
apenas unos años de casados, ya separados, divorciados, que no se aman, que no
se resisten, que no se pueden perdonar, que no se soportan, que no tienen la
intención de darse otra oportunidad , aún supuestos cristianos.
Y todavía piensan
que quizás en otra oportunidad, en un segundo o tercer matrimonio tendrán éxito,
lo cual es muy probable que no resulte tampoco.
El matrimonio
necesita mantener el respeto, la comprensión, y el perdón por sobre todas las
cosas. Cada uno debe jugar el papel o el rol que se le ha asignado por Dios. El
hombre como cabeza y líder y la mujer con su ayuda idónea, sujeta a su marido. Como
dice en Efesios 5:22-33
5:22 Las casadas
estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;
5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
5:24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
5:29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
5:30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
5:33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
5:24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
5:29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
5:30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
5:33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
Los problemas no se
acabarán en la vida matrimonial, por el contrario, corremos una carrera llena
de obstáculos; algunos altos y difíciles otros más bajitos y fáciles, otros nos
hacen caer heridos, pero lo importante es rebasarlos, saltarlos, levantarnos y
pasarlos, siguiendo adelante hasta la meta. Cuando caemos nos tenemos uno al
otro para ayudarnos mutuamente y seguir juntos, solo así podremos acabar y
vencer con gozo y éxito hasta el final, que es el supremo galardón: Cristo el
Señor.
A veces la pareja
esta unida solo por la presencia de los hijos y cuando estos se casan y se van
del hogar, se encuentran dos extraños que hasta duermen en habitaciones
separadas.
Son más y más las
parejas que ya han experimentado un segundo y tercer matrimonio, hijos de
padres y madres diferentes, hijos fuera de matrimonio que se añaden a la
familia a veces hasta de forma sorpresiva, abuelas cuidando nietos sin familia,
hijos que son hermanos pero solo tienen un padre en común y aquellos hijos de
la calle que nunca se han visto ni han compartido con la familia.
Todo este desorden
matrimonial trae consecuencias terribles en las familias, en la pareja, en los
hijos, en la Sociedad, en el país, en el mundo; esto No es el Plan Perfecto que
Dios estableció.
Dios creó un plan
perfecto para el hogar que solo funcionará si se sigue exactamente Su diseño:
el padre como cabeza del hogar, la madre como su ayuda idónea y los hijos como
la herencia de Jehová para administrar, educar, amar y disciplinar en el Señor,
hasta que la muerte los separe.
Debemos luchar para
volver al principio, al origen, está bueno seguir haciéndole el jueguito al
diablo.
Los cristianos
debemos ser ejemplo de que tenemos a un Dios Todopoderoso con quien sí se puede
hacer lo correcto; pero más que todo, ser verdaderamente felices.
¡Hermanas, en Cristo sí podemos!
¡Luchemos por nuestros matrimonios!
Gracias por tus palabras
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