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viernes, 16 de octubre de 2015

          El último Viaje
                               Por Yoli de Mallén


                             
No nos gusta mucho pensar en nuestro último viaje, cuando se trata de la muerte…
No es igual que planificar un viaje o una aventura a un lugar desconocido del que tenemos referencia y hasta fotografías de cómo lucirá.

Pero cuando hablamos de la muerte…… ¡Hay un gran silencio!
Pero qué realidad tan grande el saber que nadie que ha nacido,  será librado de participar de este viaje a lo desconocido, pero tan esperado por el cristiano.

Decía el apóstol Pablo en Filipenses 1:21,
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

Nosotros los que hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador y hemos sido elegidos por Su gran misericordia para participar de la vida eterna, tenemos una certeza inquebrantable de hacia dónde nos dirigimos cuando salgamos  de este cuerpo.

Romanos 6:22 nos recuerda,
 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Pero alguna vez te has puesto a pensar, si llegarás a ese momento y todavía darás a los que estén a tu lado la seguridad y el verdadero testimonio de a Quién le has creído y has puesto tu confianza.

He podido estar presente en la gravedad y muerte de hermanos en Cristo de nuestra congregación y lamentablemente en sus días finales los he visto llegar a maldecir, mentir y hasta negar sus creencias, habiendo sido en años anteriores cristianos aparentemente genuinos.

Sin embargo he podido también presenciar los últimos días de otros hermanos queridos,  que todavía han sido capaces aún en su dificultad de hablar, llegar a decir desde lo más profundo de su corazón: ESTOY LISTO.

No puedo dejar de pensar que mi mayor anhelo si el Señor me deja más años de vida y llego a ser una anciana de muchos años, es que todos mis hermanos, amigos, hijos, nietos, pastores y familiares puedan decir con certeza y claridad: “Ella es una cristiana de verdad.”

Que pueda decir como el apóstol Pablo a Timoteo, (2 Tim.4:7)
 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Qué mi testimonio sea firme hasta el final, que no flaquee, que no haya ninguna duda, que no traiga confusión a nadie, que mi último hablar, y hasta respirar deje ver mi convicción de hacia dónde voy.

Que pueda reflejar el gozo genuino y sin temor del cuidado que tendré de un Padre amoroso que me llevará por la sombra de la muerte y no me dejará sola ni un segundo del viaje.

Que todos puedan gozarse de que al partir voy a la presencia de mi Dios y Salvador Jesús, que estaré en sus brazos, que lo veré cara a cara y que no deseo otra cosa más que así sea.

Que pueda entonar aún sin aliento las últimas palabras de esa canción que termina diciendo: “Ha sido largo el viaje…. Pero al fin llegué”.
Amén y amén, que así sea.