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martes, 16 de julio de 2013


Control Absoluto

Por  Yoli de Mallén

Son muy pocas las personas que he conocido que pueden subir en un avión, sobretodo en un viaje de más de 6 horas, y  que pueden decir “Yo no me asusto”; “nunca he pensado que pudiéramos caernos”. Son aquellos que depositan su confianza en un piloto que no conocen; que no saben NADA sobre él, ni como persona ni como profesional. !Los felicito!

Pues yo entro en el grupo de la mayoría restante a ese pequeño grupo de valientes que acabo de mencionar.

Yo me subo a los aviones, porque no hay otro tipo de transporte más rápido que me pueda llevar a mi destino y definitivamente es lo más práctico de hoy día y aunque parezca mentira, bastante seguro. Pues son mucho más los accidentes en tierra que los que ocurren en el aire.

Pero la verdad no deja de ser impresionante ver ese tremendo aparato tan exageradamente grande y pesado, cómo puede elevarse y despegar y volar llegando a tomar tal velocidad y tal altura.

Por otro lado confiamos a la fuerza en un capitán o piloto de la nave, un hombre que no conocemos nada sobre él, ni si está deprimido, enfermo, o con problemas en su matrimonio; ni su capacidad o preparación sobre el manejo de aviones. 

Antes de despegar el avión, podemos observar claramente el SILENCIO que reina en todo el avión; todo el mundo se absorbe en su interior, algunos se entregan a Dios y oran, otros quieren arreglar cuentas con su conciencia, todo se detiene, un gran silencio reina, todo se apaga, hasta las luces internas, los sonidos, aparatos electrónicos, avisos etc. Todo está en calma, calma y silencio absoluto…hasta que el avión despega.

Ya cuando adquiere una altura esperada o prevista, vuelve todo a la “supuesta normalidad”... hasta tanto avisen que hay  turbulencia o mal tiempo y que tienen que amarrarse los cinturones y permanecer sentados… este momento es otra cosa;  vuelve el silencio general, los rezos o los gritos, dependiendo del movimiento ocasionado dentro del avión.  Es aquí cuando la situación se torna “color de hormiga” como suele decirse cuando se pone la cosa difícil, es cuando la tensión aumenta.

Pero me pregunto…
¿Por qué tenemos que esperar sentirnos tan impotentes y fuera de todo control para entregarnos a la buena voluntad de Dios?

¿No es el mismo Dios que tiene el control de lo que pasa en los cielos, el mismo que el de la tierra?

¿Solo si nos sentimos impotentes es que le permitimos al Señor tener el mando de nuestras vidas?

¿Por qué no depender de Dios en todo tiempo, así como lo hacemos en estos momentos difíciles?

Si entregamos nuestra vida a Dios como nuestro Piloto, Capitán y Guía…
¿Por qué no nos rendimos a Él como cuando nos montamos en un avión?
1er Libro de Crónicas 29:11 al 13 dice:

29:11 Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.
29:12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.
29:13 Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.

Si pudiéramos… con un poco de imaginación veríamos nuestra vida como un VIAJE, donde dependemos del mejor Piloto (nuestro Señor Jesucristo) el único que nos puede llevar al destino final; la eternidad. Con total seguridad, pues NO hay otro.

Pudiéramos decir como dijo el apóstol Pedro en Juan 6:68 al 69,
6:68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
6:69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Dependemos solo de Él.

Confiamos plenamente en Él.

Nos sentimos seguros solo en Él.

¿Habrá turbulencias en nuestras vidas?
 Claro, pero aún así seguimos en sus manos, El no ha dejado de tener el control, la guía absoluta.

Solo Él sabe, cuando hay tribulación y cuando hay sosiego y calma.
Juan 16:33 dice, palabras de Jesús,
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Este nuestro “Viaje de la vida” comienza en el momento en que fuimos engendrados por la misericordia de Dios y termina cuando cerremos los ojos aquí y lo abramos en la eternidad.

Salmo 48:14 dice
48:14 Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre;
El nos guiará aun más allá de la muerte.

Este,  nuestro VIAJE de la vida,  será placentero según confiemos en nuestro Salvador.


¡Buen Viaje!